VOCES: Sol Camacho-Schlenker

El 16 de julio de 1985 fuerzas del Estado detuvieron y desaparecieron a Antonio Camacho Rugeles, pintor, poeta, y miembro del movimiento M-19. Sol Camacho Rugeles es la hija de Antonio.

Entrevista realizada por Erik Arellana Bautista

¿Qué significa para ti la ausencia?

La ausencia es difícil de definir… es algo que me fue impuesto y sobre lo cual no tengo ningún poder de decisión. Lo que haga o deje de hacer, por grande o minúsculo que sea, no cambia nada en esa ausencia. Eso es lo que la hace tan frustrante y dolorosa. El tiempo de la ausencia se va acumulando con los años, es algo que crece sin parar y nunca se aleja por más lejos que me vaya, la tengo pegada rodeándome. Se me confunde con la falta de cuerpo, me hace dudar de la existencia y permanencia del mundo que siento alrededor mío y de mi propia existencia como persona. Una imagen que describa la ausencia podría ser la de “quedarse sin suelo”: si al caminar no se siente el contacto del suelo contra la planta de los pies, se termina creyendo que no se tiene pies. La ausencia es confusa, tan llena de silencio como de grito, es un vacío tan vacío que le caben todos los momentos que no viví con mi padre por decisión de un alguien, un otro, desconocido y ajeno por completo a nuestra no-relación de hija y padre. Alguien que además también está ausente de esta historia por exceso de silencio. Con la ausencia de mi padre, un espacio infinito y mudo tomó el lugar del suelo bajo mis pies. Me tocó aprender a volar bajito y al tiempo ir moviendo las piernas con cuidado para disimular y parecer que camino como los demás.

¿…y la distancia?

La distancia es diferente, con ella puedo decidir. ¿Quizás alejarse sea crear una ausencia voluntaria? La distancia es para mí sobre todo una forma de supervivencia, la única que he encontrado hasta ahora para remediar a la pérdida de mis propios bordes, la única a la que logro recurrir para reafirmar los contornos de mi cuerpo y el curso de mi vida. Sin embargo, durante muchos años se me confundieron la ausencia y la distancia: me parecía (y me aterrorizaba) que lo que se alejara de mí iba a dejar de ser, que de lo que yo me alejara iba a desaparecer. Tuve que reconstruir a mi padre como persona real que pasó por el mundo y dejó su huella en algún lado antes de lograr hacer la diferencia. Solo entonces logré alejarme de Colombia sin demasiada angustia para ocuparme de mí un poco, por fin. Y fue indispensable poner distancia para poder ocuparme de mi vida propia.

¿Cuál ha sido tu motivación para continuar?

Lo que me hace continuar es una necesidad vital de entender la desaparición forzada y cómo se arrastra lo que esté alrededor, agujero negro de la vida. Necesidad de entender cómo y por qué tanta gente tortura, humilla, aniquila y borra enmudeciendo a tanta otra gente. Necesidad de escarbar en la costra del silencio hasta encontrar el sentido de lo no dicho, ahí debajo donde la herida sigue sin cicatrizar, leishmaniasis de la memoria colectiva. Lo que me ayuda a continuar debe ser la esperanza de encontrar por fin las herramientas para lograr entender. Lo que me permite continuar es mi terquedad, me parece.

¿Qué deseas cambiar?

Lo que quiero cambiar ya está en marcha desde hace unos pocos años. Quiero recuperar mi cuerpo para mí, re-habitarlo entero hasta los bordes más lejanos, asomarme al mundo con toda mi yo libre. Quiero poder dejar de prestarle mi cuerpo a un padre sin cuerpo, lograr aterrizar su ausencia en el mundo exterior por medio de la creación artística y no solo en la piel de mis brazos, darle un lugar real y propio, ya no solo correrme para un ladito para que quepamos los dos en un mismo cuerpo y andar cargando tanto peso que a veces me inmoviliza. Quisiera lograr vivir mi propia vida sin sentir que lo estoy olvidando o traicionando. En fin, quisiera, sin abandonarlo, poner distancia para poder ver a mi padre en frente, ya no más sentirlo entre las tripas solamente.

Si pudieras describir la oscuridad… ¿cómo lo harías?

La oscuridad es calentita o fresca según la necesidad, es refugio tranquilo sin excesos de información. Desde la oscuridad se puede observar el mundo sin ser invadida por éste, sin tener que interactuar, protegerse o defenderse. En la oscuridad se ve la esencia de las cosas y los seres, se ve por detrás de las máscaras de la gente, es un mundo intermedio entre la vista y la intuición.

¿Y tu imagen frente a un espejo?

Mi imagen en el espejo me sorprende cada vez que la veo. Me impresiona ver cómo se me transparenta lo que ando sintiendo y pensando en el momento… yo que creía tener feroz armadura, ¡no me la imaginaba tan invisible!

¿Cómo ha sido tu camino?

Mi camino ha ido serpenteando por mundos paralelos. Me parece que he estado viviendo varias vidas, a veces al mismo tiempo, a veces de forma alternada e intermitente, según como ande la “urgencia”, ese sentimiento cotidiano de que me queda un solo día de vida y cuya intensidad va fluctuando según los días o las etapas o no sé bien por qué. Una de esas vidas es la que no alcancé a vivir con mi padre, otra es la que mi padre no vivió conmigo. Las demás son más normales: la de madre súper presente que no quiere irse antes de tiempo; la de científica buscando respuestas a hondas heridas antiguas que la ciencia no puede dar, la de artista que no se atreve a definirse como tal por no seguir un camino que parecía trazado de antemano (¿hija de dos artistas? ah, eres artista, claro).

¿A dónde quisieras llegar?

La verdad es que no sé a dónde quiero llegar… quisiera alcanzar a conocer la calma, tal vez. Quisiera alcanzar a encontrar a mi padre físicamente, aunque venga en pedazos, como su historia, o aunque solo vengan algunos pedazos. Quisiera tocarlo al fin, asegurarme por el tacto de que vengo de algo que existe por sí mismo y no solo de algo que recuerdo para que no se extinga (y yo con él… y mi hijo conmigo). Quisiera alcanzar a saber la verdad sobre su desaparición forzada, dejarle a mi hijo y a los que vendrán, el camino libre del peso de tantas dudas.

¿Qué significa para ti ser mujer?

Me parece que ser mujer es ser persona pero tener que demostrarlo día tras día todos los días de la vida. Mi padre fue (ahora no sé qué es) un hombre machista y bebedor que llegó a ser violento con mi madre. De todo esto solo guardo un par de pesadillas antiguas y recurrentes que poblaron los sueños de mi infancia y que han resurgido en los momentos en que me he sentido menos persona que nunca. Son como un anuncio de peligro que me indica que el límite de lo soportable ha llegado, me hacen reaccionar y sobrevivir. A veces, cuando me acuerdo de eso pienso: pero… ¿dónde quedó nuestro derecho, el de mi hermana y mío, a conocer de verdad a nuestro padre, a quererlo, a confrontarlo y hasta a odiarlo si fuera necesario? Tener un padre inventado no tiene solo ventajas, pelear con un fantasma es como gritar en el vacío, nada se mueve.

¿Cómo le contarías la historia a tus nietos?

A mis nietos, por ahora no tengo casi nada que contarles, me parece. Yo creo que a ellos les llegarán mis escritos, tal vez esa sea la manera de transmitir esta historia con todos los tropiezos, esperanzas, frustraciones y solidaridades que implica y con la creación que acompaña inevitablemente la digestión de lo vivido.

Si pudieras hacer una figura, un monumento, una escultura que representara lo vivido, ¿cómo sería?

La representación sería un mural en tres partes, entre dos muros altos separados por un espacio, con una línea/cable horizontal a todo lo largo a modo de suelo sobre y bajo el cual se anda. En el primer muro (pintado o proyectado): el principio de la historia, una niña chiquita andando sobre los hombros de su padre, una niña más grande andando sobre la sombra de su padre que cuelga hacia abajo de la línea (y se vuelve cada vez más sombra y menos recuerdo), una adolescente acostada de espaldas sobre el camino con los brazos colgando donde la sombra del padre ya no está más. Entre los dos muros (no pintado, figuras en volumen): una mujer caminando en equilibrio sobre el cable templado entre los dos muros (llevando un niño de la mano tal vez), y abajo colgando en el vacío, algo medio informe/medio con forma de muchos cuerpos colgados por los pies como en un armario que se sacuden con el viento y hacen temblar el cable dificultando el camino en equilibrio. La mujer (con el niño, si está) extiende las manos, una intentando soltar el primer muro, la otra intentando agarrar una mano que se extiende desde el siguiente muro. En el segundo muro (pintado o proyectado): una cadena de personas vivas y solidarias sosteniéndose unas a otras para lograr darle la mano a la mujer (y su hijo) en equilibrio y ayudarla a atravesar el precipicio. Algo así.

Imagen: Sol Camacho Schlenker

Erik Arellana · @ChicoBauti2014

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