Desaparición Forzada en Bogotá

Del pasado al presente la desaparición forzada es un tema vigente en la Capital

A través de una propuesta de comunicación popular como lo es el FANZINE, basada en la expresión artística colaborativa, apoyamos la digna lucha de las familias de las personas desaparecidas forzadamente en la ciudad de Bogotá. En esta ocasión rendimos homenaje a los hermanos Alfredo y Humberto Sanjuán que fueron desaparecidos forzadamente un 8 de marzo de 1982, dentro de lo que conocemos como caso Colectivo 82, en el que fueron desaparecidos una docena de estudiantes de las universidades públicas de Bogotá, dando origen a la lucha organizada contra este crimen contra la humanidad.

También rendimos un sentido homenaje a la memoria del joven Dubán Barros, desaparecido y asesinado durante el estallido social en 2021 en el Portal Resistencia (rebautizado Portal Américas de Transmilenio al sur de Bogotá).

Con estas dos historia queremos ejemplificar la lucha de las familias, antes y ahora, contra una misma impunidad que se mantiene en torno al 99% de los casos registrados tanto en Bogotá como en el resto del país.

La agotadora búsqueda de las personas desaparecidas, las situaciones de persecución y estigmatización sufridas, así como la falta de respuestas efectivas por parte de la institucionalidad estatal, han convertido a estas familias en defensoras de la vida, defensoras de los derechos humanos y en buscadoras, no solo de sus familiares sino de todos los desaparecidos y desaparecidas tal y como afirman y reafirman constantemente en sus declaraciones públicas.

Esperamos que este fanzine contribuya a potenciar la memoria de la lucha contra las desapariciones forzadas en nuestra ciudad y en el país, que ayude a visibilizar lo que han pretendido que sea invisible y se convierta en un aporte a la memoria colectiva.

El contexto de la desaparición forzada

La década de los 80’s fue una época muy convulsa a nivel mundial, producto de la tensión de la guerra fría. En Latinoamérica por ejemplo, la creación de la Escuela de las Américas, destinada a la formación de militares en su carrera profesional, fue convertida en una gran escuela de mercenarios adoctrinados para la guerra contrainsurgente en los países del sur; dejando una huella de horror latente e imborrable en todo el hemisferio. Al mismo tiempo y con el auge de las ideas neoliberales promovidas por los Chicago Boys se impuso una misma agenda política y económica a los países de América del Sur, dejando gran huella en amplias capas de la sociedad e impactando profundamente en el movimiento social Latinoamericano.

Particularmente en Colombia se vivían tiempos muy violentos y represivos. Por un lado, el narcotráfico se enquistó en las más altas esferas del poder y por otro, el Estatuto de Seguridad promovido por el presidente Turbay asfixiaba al movimiento social y a los opositores del gobierno con desapariciones, violaciones, asesinatos y detenciones.

En los 90´s los sucesivos gobiernos continuaron las acciones represivas en contra del movimiento social y, marginalmente, propiciaron la búsqueda de la paz con mayor o menor intensidad. El incumplimiento de esas iniciativas de paz, el genocidio de un partido político y una «revolución pacífica» que profundizó la pobreza y escaló la violencia, fueron causas principales de la movilización social, siempre acompañadas de la persecución y muerte generada o inducida por el Estado.

Ya entrando al nuevo milenio la política de Seguridad Democrática y su propuesta guerrerista declaró la guerra contra las juventudes y los sectores populares. Una guerra que, entre otros males, dejó 6.402 ejecuciones extrajudiciales y contando… Herederos de la epidemia de la violencia, los siguientes gobiernos crearon el caldo de cultivo para que las juventudes se tomaran las calles en medio de la pandemia, negándose al No Futuro impuesto. En medio de este estallido social asesinaron y desaparecieron personas a lo largo y ancho del país.

Ese mismo Estado que desaparece personas por acción y omisión se ha permitido también «esclarecer la verdad», ofreciendo recientemente el primer ejercicio sólido con el fin de conocer el universo de víctimas de desaparición forzada en el marco del conflicto armado. En un ejercicio de integración de datos y estimación estadística sin precedentes se determinó que «se puede afirmar que en Colombia existen alrededor de 121.768 víctimas de desaprición forzada en el marco del conflicto armado, en el periodo entre 1985 y 2016» (CEV, 2022).

Esta cifra publicada en el Informe Final de la Comisión de la Verdad (resultado de las 110.351 víctimas documentadas más el consolidado del análisis de campos faltantes) finalmente asciende hasta la vertiginosa magnitud de 214.418 víctimas de desaparición forzada en Colombia, cifra que incluye el subregistro de la desaparición forzada calculado estadísticamente por primera vez. Incluyendo los datos de las víctimas por fuera del conflicto armado estaremos hablando sin duda de un cuarto de millón de personas desaparecidas forzadas. Personas como los hermanos Sanjuán y el joven Dubán Barros.

Alfredo y Humberto Sanjuán

Hace más de 4 décadas que Alfredo y Humberto recorrían los pasillos de las universidades Distrital y Nacional con las mochilas cargadas de ideas. Pasaban de las clases en las aulas a las amenas tertulias con tinto en el campus de las universidades, de las ollas comunitarias con sus usuales imprevistos a los tropeles de estudiantes indignados enarbolando las banderas de la rebeldía, de los debates interminables en las asambleas a la pinta del eterno y emblemático Che, que bautizó la Plaza central de la universidad Nacional de Colombia con la arcilla del ejemplo del hombre nuevo.

Es así como hoy, hace más de 4 décadas y 8 generaciones de egresados de las Universidades públicas seguimos preguntando ¿Dónde están los hermanos Sanjuán? ¿A dónde se los llevaron? Fue un 8 de marzo de 1982 cuando la familia Sanjuán se preguntó: ¿Dónde están? ¿Por qué no regresaron a su casa?

Dubán Felipe Barros

Las demandas que tenían los jóvenes del estallido social eran las mismas de los hermanos Sanjuán hace 40 años, solo que hoy las juventudes se reivindican de múltiples formas y en diferentes escenarios. Así, Dubán también quería una educación libre para todos y todas; solo que parchaba en el parque haciéndose amigo de quienes trabajan vendiendo bon ice porque eran los vecinos que protagonizaban sus composiciones de rap. Así habitaba Dubán las calles de Kennedy. Solidario y noble, joven y alegre.

Le gustaba la lluvia, porque su caída gota tras gota lo hacía dormir. Siempre fluía con las personas, así como el agua. Su compañía era serena como el sonido del mar y dulce como un lugar seguro y de confianza ¿Por qué no lo dejaron llegar a su orilla? ¿Por qué no lo dejaron llegar a su hogar?

36 días duró desaparecido, 36 días pusieron en duda la intuición de una madre y entre gases, hospitales y anfiteatros, se abrió paso para encontrar a su hijo. Dejar de comer no es lo mismo que guardar el bocadito… Después yo me preguntaba ¿Qué vine a hacer a este mundo? ¡Desde ese día se me quitó el miedo! Eso dice la madre de Dubán.

Artículo anterior¡Abran ya los archivos!
Artículo siguientePor Cielo y Tierra