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A mi única hija, Yulieth Yesenia Chacón Farfán, de 11 años de edad la desaparecieron, cursaba séptimo año escolar en el colegio Calasanz y a su salida a las doce y media del día, en ese lapso de cuadra y media del colegio a la casa, fue raptada.

La verdad es que nunca me imaginé que me fuera a pasar eso; anteriormente habían desaparecido otras niñas en el barrio, tres niñas, y con mi hija siempre rezábamos para que ellas aparecieran, pero pues  yo nunca me imaginé que a mí me fuera a suceder lo mismo, que se fueran a llevar mi niña.

Mi niña era alta, de cabello largo, castaño oscuro, ella era muy alegre. Como era mi única hija era muy consentida, o es mi única hija porque sigue siendo mi única hija. Le gustaba que la sentara en las piernas, la peinara, que le diera la comida en la boca, porque a pesar de ella ser alta de estatura, de edad sólo tenía once añitos. Entonces a ella le gustaba mucho ver los muñequitos de televisión, era una niña que no salía sola, cuando tomaba sus clases de natación yo iba y la acompañaba, si iba a montar patines lo mismo, pero desafortunadamente pues en un trayecto tan corto me la quitaron, pero ella en sí era muy estudiosa, tenía once años, iba en séptimo año escolar y era la razón de mi vivir.

Es muy triste cuando uno recurría a las autoridades en ese entonces, y me dijeron que estaría por allá con el novio, entonces para mí eso fue muy duro, porque va uno con el corazón destrozado, recurriendo a las autoridades que son competentes para que le ayuden a  buscar a uno a su hija en ese momento y le contestan eso; entonces uno ve la indolencia y la indiferencia que había con los menores desaparecidos. Eso es muy duro, que a uno le contesten eso. Yo seguí pidiendo  ayuda a todas las autoridades competentes, como DIJIN, SIJIN, GAULA, INTERPOL, Procuraduría, Veeduría, Defensoría del Pueblo, País Libre, Extranjería de Pasaportes, Bienestar Familiar, Cruz Roja Internacional y todos los entes competentes para estos casos, pero hasta el día de hoy, 21 años después, sigo en la misma incertidumbre.

La búsqueda es algo que la fe y la esperanza lo mueven a uno a seguir con vida, porque yo al comienzo pensé en quitarme la vida, porque yo decía que sin mi hija no podría vivir, no sé Dios cómo me habrá dado fuerzas para seguir adelante, también con la ayuda de una psicóloga, que me hizo entender que la niña me necesitaba con vida para que la buscara y cuando ella regresara me encontrara con vida, porque si yo atentaba contra mi vida ella me encontraba muerta y ya de qué le iba a servir. Entonces ella me hizo entender eso, y de ahí en adelante entendí la lucha con mis propias manos, recurriendo siempre a las autoridades competentes, a los medios de comunicación, haciendo toda la gestión posible que yo pueda hacer, porque eso es lo que me mantiene con vida; es muy duro, porque en ese lapso encuentra uno mucha indiferencia, mucha indolencia, a las autoridades los casos no les interesan porque no son niñas de plata, porque no hay plata de por medio, porque no sé… Entonces uno ve toda esa indolencia e indiferencia  y más le duele, entonces lleva no sólo al dolor de buscar a su ser querido, sino también de ver la indiferencia de las autoridades.

Yo le pido que sea eficaz a la Unidad de Búsqueda y  realmente se comprometa a hacer la  gestión de buscar a estas personas, que no se quede simplemente en el cuento de Unidad, sino que realmente trabaje con honestidad y hagan hasta lo imposible para encontrar a todos nuestros seres queridos; porque crean muchas oficinas de una cosa y de la otra, y a veces sólo se quedan en el cuento así, y va a uno y no hacen gestión para buscarla. Lo más importante es que haya gestión y que realmente encuentren a las personas desaparecidas.

Me gustaría decirle que por favor nos ayuden, que no nos dejen solas,  porque somos cientos de madres en esta lucha y las autoridades colombianas son muy indolentes, y en estos casos nos discriminan mucho porque simplemente son personas para ellos desaparecidas, entonces le restan la importancia que tiene una persona que saben que es secuestrada por plata, o por intercambio, o personas que lleven droga, o en fin; simplemente dicen que son desaparecidas y se quedan en una estadística  y somos cientos de madres buscando a nuestras hijas y no nos detenemos a pesar de todo. Entonces por favor, que se acuerden de estas madres que estamos aquí llorando y buscando a nuestras hijas, que nos colaboren, que no nos dejen solas.

Agradezco a la Fundación Nydia Erika Bautista, que después de llevar una lucha de veintiún años, estaba ya un poco decaída y por obra de Dios, llegué y me han atendido sin ninguna reserva, me han apoyado en todo, en el ánimo, con psicólogo, en fin, realmente no tengo cómo agradecerles lo que están haciendo por mí y en la búsqueda de mi hija.